El frontman de Soundgarden , Chris Cornell siempre ha sido admirado por su potente puesta en escena y su derroche de energía como si resultase de agrupar la actitud del grunge con la fiereza del punk. Avalado por su trayectoria principalmente en Soundgarden y marginalmente en Audioslave u otras colaboraciones, no hay posibilidad de objeción alguna. Sin embargo, como contrapunto esconde un lado silencioso e íntimo donde desgrana creaciones que parecen emerger desde su más recóndito interior. En esta ocasión reaparece presentando su quinto plástico en solitario, más de sesenta minutos en su versión extendida, abriéndonos su lado más personal, en formato muy meloso.
Junto al productor Brendan O’Brien han conseguido dar vida a un puñado de temas muy entrañables y profundos, donde las guitarras acústicas, mandolina y baterías electrónicas principalmente, sirven de apoyo para la voz del artista que se encarga de transmitir sentimientos y engatusarnos desde principio a fin. Dejarán algún resquicio para dar cabida a alguna otra influencia que se sale de la línea principal del disco, pero sin grandes alardes.
Las guitarras acústicas fusionadas con su impresionante voz de temas como “Dead Wishes” o “Murderer of Blue Skies” erizarán el vello hasta del más insensible. “Nearly Forgot my Broken Heart” arranca con una mandolina que sumerge el tema en una atmósfera especial y te cautiva con la tranquilidad que transmite. Permite asomar a su lado más exótico en el tema “Our Time in the Universe” trasladando al oyente hasta Arabia y ofreciendo un ambiente más jaranero. Curiosamente el corte que da nombre al disco, se torna tedioso hasta la saciedad, “Higher Truth”. Una obligación por ende, ponerlo al final de la lista. A nivel lírico, nos encontramos con profundas reflexiones, como la que le generan los pros y las contras de la monogamia en el corte “Let Your Eyes Wander”.
“Through the Window” me inspira una sensacional manera de degustar este disco. Sentado una tarde de domingo nublada frene a la ventana, en un sofá cómodo y con una coronita bien helada, quizás sea la mejor manera de relajarse y revisar las magnas creaciones de tan emblemático músico.