Lugar: Sala Santana 27, Bilbao
Fecha: 19 de Febrero de 2016
Redactor: Txema Garay
Fotos: Txema De La Cruz y Alfredo Villaescusa
No son pocos, los que se aventuran continuamente a pronosticar un paisaje catastrófico en lo que se refiere a la regeneración musical. Rockeros de bien, de los que casualmente no se habrían visto en salas como la Santana en citas como las de ayer, aunque el evento hubiera sido gratuito.
Nos tocaba triplete de rock añejo, pero formado por tres bandas jóvenes con ganas de comerse el escenario y demostrar que el relevo del rock es algo completamente innato y que por ende hacen falta mucho más que falsos profetas para destruirlo. La noche de ayer fue una buena prueba más de la calidad que acumulan actualmente músicos que apenas superan la veintena.
Aparecimos por el recinto poco después de las 21:15 ingenuamente pensando que llegábamos con tiempo de sobra para el comienzo. Debido a la inclusión de última hora de los noruegos Tiebreaker, el bolo comenzó antes de lo previsto y nos perdimos más de la mitad de su repertorio. Aun así gozamos de tiempo suficiente como para percatarnos de la calidad que atesoran. Rock del de toda la vida mezclado con blues y progresivo y una actitud en escena de levantar las cervezas en alto. Su frontman Thomas Espeland terminó dándose una vuelta entre los asistentes como colofón. Supusieron el gran descubrimiento del día.
La siguiente exquisitez que nos aguardaba en el menú, fueron los suecos Dead Lord. Llegaban con el listón bastante alto, ya que después de su previa visita a la sala Sonora, las esperanzas de muchos de los congregados, residía en su entrega sobre las tablas y su contundente directo. Sonaron perfectos y salieron sin complicarse lo más mínimo en cuanto al repertorio. Combinaron sus dos lanzamientos y aprovecharon de nuevo para presentar su “Heads Held High” mientras dejaban satisfechos a los presentes con su propuesta cimentada sobre la energía incombustible que esgrimen los suecos en escena. En muchos momentos del bolo daban la sensación de ir a su rollo, pero no fue obstáculo para que disfrutáramos de cortes tan sublimes como “Because of Spite”, o “No Regrets”. Remataron la potente jornada, con la brillante “Ruins”. Exprimieron todo su potencial, mostrándose Infalibles y poderosos en todo momento.
Una vez nos habíamos provisto de garimba, adelantamos líneas hasta la frontera del escenario con el fin de disfrutar de la experiencia de la mejor forma posible. La comparecencia de los islandeses The Vintage Caravan, actualmente afincados entre Dinamarca y Alemania, se antojaba muy atractiva. Desde el minuto uno resultaron fulgurantes, desplegando una inesperada experiencia en escena, a pesar de superar levemente la veintena. El triplete nórdico estuvo siempre comandado por su vocalista y guitarrista Óskar Logi Ágústsson, quien exhibía sus cualidades al mástil al más puro estilo Jimmy Hendrix y acaparó el verdadero papel estelar de la noche. Como contrapunto contaban con un bajista que llevaba un estilo más cercano a bandas como Pearl Jam o Rage Against The Machine, Alexander Örn Númason y que aunque no paró de corretear, mantuvo igualmente la calidad de la formación a nivel musical. A la batería su última incorporación, Stefán Ari impresionante toda la noche marcando los incendiarios ritmos, con sus maltrechas baquetas. Arrancaron la noche jugando sobre seguro por medio de su impresionante single “Babylon” y siguieron ofreciendo un buen repaso de su breve e intenso catálogo, desglosando piezas majestuosas como “Craving”, “Inneverse” o “Cocaine Sally” para disfrute de la concurrencia. El único borrón con el que contaron fue a nivel técnico y no tardaron mucho en recuperar su intensidad. Sentarían cátedra con una actuación sin fisuras y lograron las lógicas ovaciones que merecía su emocionante directo. Incluso tuvieron que regresar a escena para rematar la sesión con un bis, “Midnight Meditation” que sirvió para echar definitivamente el cierre a una estupenda sesión. Incontestables en su terreno.
Con un frío invernal, que está consiguiendo dejar las calles vacías las noches de los viernes, no pudimos estar más acertados el centenar que nos reunimos para disfrutar del talento y energía que estos músicos desprendieron.