Tras el aplazamiento de la fecha original, el “primer día” del Zombie Jaialdia de 2016 por fin se pudo llevar a cabo, a 28 de enero de 2017. Desde el primer momento del evento se pudo observar una elevada cantidad de público. En esta ocasión, le tocaba a Hybrid Moon abrir la tarde-noche, y demostraron muy bien de lo que son capaces. No perdieron el tiempo con introducciones, y fueron directos al grano en su repertorio. A excepción de alguna melodía suelta todas las canciones eran muy cañeras, y rápidas, a todo ello se le añadían las voces guturales (y screams) del vocalista. No es fácil definir el estilo de esta banda gipuzkoana, pero su rollo sin duda es el Death metal, aunque altamente contaminado por sonidos modernos y elementos de hardcore cómo lo son los ‘breakdowns’. Desgraciadamente la mezcla que les hicieron fue terriblemente mala, el sonido era muy sucio y difícil de apreciar. En algunos momentos se hacía caótico de escuchar. Por suerte aquel detalle no importó tanto para su público. A decir verdad, me recordaron bastante a los asturianos Sound Of Silence.
Después le llegó el turno a los valencianos, Rojo. Pese a no haber probado sonido, estos sonaron mucho más limpios. Transmitieron mucha energía, y revivieron con frescura aquel Thrash ochentero ya olvidado. Sus canciones eran bastante originales y variadas. Interactuaron con el público con mucha naturalidad, como si estuviesen en su casa, y hasta cuatro colegas de la banda se subieron al escenario a cantar “Nos vimos en Berlín” de Soziedad Alkoholika. El cantante muy animado, en varias ocasiones bajó a moshear con el público, y a juego con una de sus canciones, sacó una bandera con el mensaje de “Toreros muertos”. Sus letras, claramente políticas, estaban en contra de todo acto de corrupción por parte del estado español. Al final de su actuación versionaron “Painkiller” de Judas Priest, y presentaron por primera vez en directo una nueva canción, “Slow Death”.
La tercera banda en subir a tocar fueron los donostiarras Helldamm, quienes llevaban una buena temporada sin tocar debido a los preparatorios del nuevo álbum que esa misma noche iban a presentar, “Pythium”. El concierto comenzó con la proyección de una escena de una película de terror, durante toda su actuación se proyectaron diferentes vídeos para acompañar el espectáculo. Tres de los cinco músicos que forman el grupo salieron con unas máscaras de gas, y sobre la mitad del show también salió una sexta persona, pero está además de la máscara llevaba una túnica y una biblia. Este tipo de representaciones suele ser típica de sus conciertos. Tampoco se olvidaron de lanzar al final de la actuación, unas latas de cerveza con pegatinas de la banda. Ciertamente, atrajeron un buen puñado de fans, los cuales disfrutaron tanto de los viejos como de los nuevos temas. Dichas canciones eran algo más técnicas y trabajadas que las de la maqueta, se nota una clara evolución en su estilo único. Contentos de lo ofrecido, dejaron caliente el escenario para We All Fall, la cuarta y penúltima banda. No conocía al grupo, y me sorprendió gratamente. Se mueven por el entorno del Groove metal, aunque con sonidos muy modernos rozando el ‘core’ al estilo de Lamb Of God, salvo la voz. El técnico en esta ocasión llego a brindar un sonido brillante, muy limpio. Las canciones eran brutas y variadas entre sí, la increíble técnica de los músicos demostró la profesionalidad y seguridad que tienen en el escenario. Interactuaron con el público con total naturalidad, y de hecho, la respuesta fue de lo mejor, pues hubo mucho movimiento en la parte de abajo. Sus riffs y ritmos pegadizos hicieron que la velada se pasase volando, e incluso el tema instrumental que presentaron dejó más que claro de lo que son capaces de hacer. De lo mejor de la noche sin duda. Para cerrar versionaron un tema clásico a su estilo, “Children Of The Grave” de Black Sabbath.
Tras diez años sin tocar en Irún, y seis meses de descanso, era momento de ver cómo se derrumbaba la sala con Anestesia. Desde la primera canción se empezaron a armar pogos, y fueron incesantes, a medida que avanzaba el concierto la gente se animó a hacer crowdsurfing, no hubo ningún momento de descanso. Para variar un poco con el setlist que llevaban desde 2015, decidieron comenzar sin introducciones, directos al grano con “Harresia”. Y junto a “Ukiezinak”, fueron las dos canciones más llamativas del setlist, pues llevaban una buena temporada sin tocar ambos temas. Como es habitual en sus conciertos, el sonido fue simplemente brutal, devastador, muy definido, no tuvieron fallo alguno y su actuación pudo correr sin molestos parones. Entre canción y canción, único momento de descanso, Mikel e Ibon se dirigían única y exclusivamente en euskera, transmitiendo mensajes relacionados con sus pegadizas letras. Su setlist fue de lo más variado, dónde tocaron material de todos sus álbumes, pero sobre todo, del último disco. Cerraron la noche después de un aclamado bis, (fueron los únicos en volver a salir al escenario) el cual fue un corto pero intenso tramo de cuatro temas, finalizado con el clásico “Agur” y dejando sonar el característico pitido del amplificador Marshall de Kazalis.
Gracias nuevamente a MPR Prods por semejante evento. La productora también se encargará del tan cercano Euskal Metal Fest, el cual se celebrará los días 10-11 de febrero, 25-31 de marzo y 1 de abril entre Donostia e Irún.
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Ekaitz Tejedor