Duración: 106 minutos
País: Islandia
Dirección: Valdimar Jóhannsson
Guión: Sjón Sigurdsson, Valdimar Jóhannsson
Música: Þórarinn Guðnason
Fotografía: Eli Arenson
Reparto: Noomi Rapace, Hilmir Snær Guðnason, Björn Hlynur Haraldsson, Ester Bibi, Ingvar Eggert Sigurdsson
Productora: Coproducción Islandia-Suecia-Polonia; Black Spark Film & TV, Film I Väst, Go to Sheep, Madants
Género: Fantástico, drama, folk horror. En un marco visual.
Inclasificable, original, audaz, osada. Resulta complicado categorizar y definir a este largometraje ópera prima del realizador islandés Valdimar Jóhannsson, que mezcla con valentía y equilibrio diferentes géneros dando como resultado algo, cuanto menos, genuino y refrescante dentro de un género, que peca demasiadas veces de acudir a los lugares comunes como es el fantástico.
La acción se desarrolla en una granja islandesa, donde la quietud, los silencios, la austeridad y la falta de comunicación de sus dos protagonistas dominan la primera parte del metraje. Una soberbia Noomi Rapace, actriz cuya popularidad y reconocimiento crece por momentos, borda su personaje. Noomi, de nacionalidad sueca, pero que pasó gran parte de su infancia en Islandia, se atreve a interpretar en el idioma de la isla, con una apreciable soltura. Hilmir Snær Guðnason, que interpreta a su marido compone con la protagonista el dúo que domina la trama. Una vida de campo, sencilla, de trabajo en la granja, poca alegría y mucho esfuerzo, con una interacción casi nula entre ellos. Todo esto enmarcado en una belleza visual y una fotografía que hacen que el visionado sea una gran experiencia en sí misma.
Lamb es una película con un componente humano profundo, que trata de la pérdida, y de la dificultad en una pareja de seguir adelante ante un duelo (aunque esto en principio se intuye, como casi todo en la trama); y cómo se busca la sustitución de lo perdido, incluso en elementos del todo anormales. El elemento sobrenatural del metraje, en forma de recién nacido, es acogido con resignación primero y como balón de oxígeno después en una familia que agonizaba, que se aferra a esta nueva situación obviando su naturaleza antinatural.
Esta mezcla de drama rural contemplativo, elementos sobrenaturales que evocan a las fábulas escandinavas y una tensión creciente, en forma de personajes secundarios que vienen a amenazar el extraño equilibro familiar (Björn Hlynur Haraldsson en el papel de cuñado) , hace que nos preguntemos si el tono (que a veces raya lo cómico) es buscado o generado por la extrañeza de la propia trama. Recuerda en este sentido a Border(2018) del director Ali Abbasi, que introduciendo mitología escandinava, mezcla la extrañeza absoluta con vivencias de lo cotidiano en la que cualquiera se puede ver reflejado.
Sea como fuere, estamos ante una película que, aunque imperfecta, es una gran obra que destaca en guion, fotografía, trabajo actoral, efectos especiales y audacia bien trabajada en todo su desarrollo.
Eso mismo pensaron (entre otros) en los festivales de Cannes donde fue reconocida su originalidad y en Festival de Cine Fantástico de Sitges, donde se erigió con el premio a la mejor película del jurado y Noomi Rapace fue reconocida como mejor actriz protagonista.
A veces, lo más extraño no es lo desconocido, sino lo que se puede llegar a hacer para mantener la propia cordura.
