Regreso al futuro, por José Luis Pozo Fajarnés

En 1985, antes de su estreno, muy pocos podían imaginar que Regreso al futuro se iba a convertir en la película más exitosa de ese año. Ni siquiera Steven Spielberg, que en esas mismas fechas trabajaba al menos en tres proyectos. En dos de ellos como productor, Los Goonies y la que aquí comentamos, Regreso al futuro. Y la tercera, El color púrpura, que fue uno de sus más importantes proyectos, pues fue a la vez que productor, director. Es seguro que Spielberg hubiera preferido que fuese la última la que consiguiera más altas cotas de popularidad, pues la popularidad se suele traducir en dinero, incluso es seguro que hubiera preferido que consiguiese llegar a ser más famosa posteriormente. Pero el público no pensó lo mismo. El color púrpura está casi olvidada. Por otra parte, frente a ello, Los Goonies sigue teniendo un público selecto que sigue viéndola, pero la que más sigue mentándose, es la que hoy comentamos en este hueco de la red que nos regala la revista Static Age Magazine, esa es ni más ni menos que Regreso al futuro.

 

 

 

Regreso al futuro es una película de ciencia ficción en tono de comedia. La dirigió y escribió Robert Zemeckis, aunque el guión está firmado también por Robert Gale. Los dos más importantes personajes de este filme, y de todas sus secuelas, son Michael J. Fox y Christopher Lloyd. Aunque ocupan en ella lugares estelares también Lea Thompson, Crispin Glover y Thomas F. Wilson. La trama relata las aventuras de Marty McFly (Michael J. Fox), un muchacho bastante corriente y de clase media que es enviado de forma accidental, pero a través del tiempo, hasta el año 1955. Marthy viaja hacia atrás en el tiempo a bordo del DeLorean (una coche muy poco conocido en España, dado que su distribución se dirigió al mercado de Estados Unidos. Muchos erramos en su día, al tomar su nombre común (el de todos los DeLoreans), por un nombre propio. El DeLorean de Regreso al futuro se puede equiparar a muchos otros vehículos protagonistas de películas, desde el Wolkswagen Herbie, de Ahí va ese bólido (1968), hasta la Enterprise, la nave insignia de la Flota Estelar de la Federación Unida de Planetas, y que es el vehículo espacial protagonista de las películas, y la serie televisiva, de Star Trek. O tantos y tantos artilugios tecnológicos que, pese a su mera finalidad para el transporte, por el hecho de haber mostrado una gran “personalidad”, tienen un hueco en la historia del cine: la nave, el Titanic, la nave Nostromo de Alien el 8º pasajero, el Halcón Milenario de La Guerra de las Galaxias... 

La trama de la película gira alrededor de una alteración en el pasado que Marty McFly provoca con su aparición en 1955. Ese año es en el que sus padres se habían conocido. Un accidente provocado por la inesperada aparición de nuestro protagonista, hace que sus padres no puedan interactuar en ese momento, implicando que no se conocieran y que no formarán la familia, en cuyo seno nace el protagonista. A lo largo de toda la película Marty deberá intentar reunir a sus padres de nuevo, para asegurar así su propia existencia. Aquí no vamos a entrar en muchos detalles con relación a los problemas de veracidad que esto provoca. Señalaremos que al hacer que los padres no se conozcan, muchos comentaristas afirman que el protagonista tendría que desaparecer. Pero esto es mucho decir. De entrada, partimos de la fantasía que supone el viaje en el tiempo, algo que como todos saben es imposible que pueda darse, salvo algunos crédulos que piensan que por haberlo visto en películas, en el futuro será un hecho. Viajar en el tiempo es pura fantasía. Pero tomando tal imposible como premisa, o lo que es casi lo mismo, aceptándolo como hipótesis de partida, de lo que se trata es de que tal premisa no deriven contradicciones. Los anteriores críticos mencionados, al señalar la incoherencia anterior y al verla como una contradicción, desechan todo el argumento. Pero frente a éstos que consideran absurda la historia, se puede señalar lo siguiente: en primer lugar que un solo hecho puede no ser relevante para cambiar el futuro. En segundo lugar, tampoco se puede aplicar la coherencia de la lógica deductiva para tirar por tierra el argumento. Ambas consideraciones se coordinan, de manera que podemos afirmar que es posible que el efecto se dé (el efecto es que los padres se conozcan, no nos perdamos). Ya que, de un efecto no suele haber una única causa. Podríamos decir que si no se conocen en un día concreto podrían conocerse en otro, de manera que todo podría reencauzarse. Pero si nos ponemos serios todo este discurso es solo mera especulación, ya que lo que no puede conocerse jamás es el futuro (las especulaciones de unos y otros son mera fantasía, como lo es el planteamiento de la película: es pura fábula que el protagonista conozca el futuro; el viaje en el tiempo es fabuloso, y toda discusión, en este sentido, no tiene fundamento ni solución). ¿Merece la pena ponerse serio? No, pues acabaríamos con el cine, y con la literatura también. A la postre, estamos ante un producto de la ficción científica, que no es una chapuza en su planteamiento, sino solo eso, fabulación en estado puro. Y fabulación de la que entretiene, de la que el público está siempre sediento, y que cuando se la brindan, lo agradece.

Por otra parte, señalaremos que de forma simultánea al estreno de la película, la editorial Berkley Books lanzó una novela oficial, como adaptación literaria del filme, Back to the Future: a novel. Escrita por George Gipe. Algo parecido ya había sucedido con otra famosa -en ese caso quizá “más que famosa”- película de ciencia ficción: 2001 una Odisea en el Espacio. Arthur C. Clarke escribió y publicó la novela después de escribir el guión, y de que se estrenara la película, la cual fue realizada por Stanley Kubrick. Como todo el mundo sabe, el filme surgió de la idea expuesta por Clarke a partir de un cuento titulado “El centinela”. La novela definitiva fue, como en Regreso al futuro, un subproducto del guión cinematográfico.

Con relación a lo que nos muestra la película y que hace que sigamos hablando de ciencia ficción, además de por el viaje temporal, son una serie de detalles interesantes que se nos muestran, y que debemos aquí mencionar: Uno de ellos es el momento en el que el protagonista es admirado por salvar el reloj de la torre y le piden autógrafos. Llama la atención, vista hoy día, que uno de los cuadernos no es tal, sino una tableta. Sí, una tablet como las que ahora son tan comunes. Y otra es la aparición de algo hoy también es común y que hace treinta años no lo era, aparece un dron flotante que hace fotos, aunque las fotos que hacer los drones actuales no son para un periódico, como en Regreso al futuro sino para el ejército.

 

No podemos dejar de mencionar el precedente primero de esta película, pues no todo el mundo sabe que en la categorización de lo que denominamos ciencia ficción, la primera novela considerada como tal, por una gran mayoría, es la famosa obra La máquina del tiempo, del también considerado primer autor de ese género literario, Herbert G. Wells. La primera versión de esa famosísima novela no tiene edición conocida en español -al menos este comentarista no la conoce, si existe- y fue escrita por Wells en 1887. Se escribió siete años antes de La máquina del tiempo, y se tituló The chronic Argonauts. El hecho de que sea este autor el que tome el derecho clásico de considerarse el padre del género sobrepasa los intereses de este pequeño artículo, por lo que lo dejamos para otra ocasión. Solo lo traemos aquí por ser el precedente directo del argumento de Regreso al futuro.

Tenemos también que mencionar aquí la música del filme. Como anécdota podemos empezar por contarles que en quien pensó Zemeckis para el papel protagonista era un cantante, Corey Hart, pero éste rechazó la propuesta, de manera que el protagonista es quien todos sabemos. La banda sonora es del compositor estadounidense Alan Silvestri, que ya había colaborado con el realizador en otro de sus éxitos, Tras el corazón verde. Silvestri recurrió, para desarrollar su tarea, a una orquesta de la que formaban parte 85 músicos, un número muy grande para lo que en esos tiempos era habitual. Y el tema principal, The Power of Love, tuvo nominación en los premios Óscar, en la categoría de mejor canción original. Una curiosidad en la que podemos también incidir es en que el protagonista, cuando toca la guitarra, parece que lo hace de verdad, pero no es así, solo actúa, bien, pero actúa. Por otra parte, el grupo de pop-rock británico McFly ha tomado su nombre, según ellos mismos aseguran, del protagonista de Regreso al futuro.

 

La película ganó un Óscar, a los mejores efectos de sonido, también un premio Hugo y un premio Saturn para las categorías de “películas de ciencia ficción”. Además de diversas nominaciones más a los premios Óscar, sin menospreciar las recibidas para los Globos de oro, y para los BAFTA ingleses. Tras su estreno, la película fue elogiada por la mayoría de la crítica. Es una película divertida, y de acción trepidante. Lo que está claro es que, salvando las pegas de la crítica de muchos “puristas”, que como hemos apuntado, son algo ignorantes en ciertos aspectos, la película es entretenimiento en estado puro, dirigida a audiencias de todas las edades. Qué más se puede pedir. Por eso consiguió lo que buscan muchas otras obras similares, consiguió convertirse en un éxito de taquilla. Y no solo eso, pues también ha conseguido que hasta el día de hoy, sea pertinente escribir sobre ella. No solo los pocos párrafos que ahora leéis en Static Age Magazine, sino muchos y muchos párrafos en todo tipo de publicaciones sobre el cine y su historia.

 

 


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