La edición del 2021 ha sido un reencuentro con todo lo que pandemia se llevó en la anterior edición.
Tras seguramente el certamen más duro para el Festival de Cine Fantástico de Sitges (como fue el 2020) con una afluencia escasísima, restauración cerrada, ausencia de prensa internacional ha sido un rayo de luz poder asistir en el 2021. Si bien no se ha llegado a los números previos a la pandemia (se ha llegado al 76% respecto de 2019), se volvía a respirar el ambiente que hace sentir como en casa a los aficionados al género. Con incluso espacios nuevos con la King Kong área; más oferta de los Foodtrucks, más merchandising, más tiendas, el festival ha hecho un esfuerzo enorme y una apuesta cuando decidieron seguir adelante con la organización sin saber si finalmente se podría llevar a cabo.
Además, en un año tan crítico han apostado por visibilizar a las mujeres directoras/guionistas/creadoras del género que por mérito propio y porque han visto como no se las tenía en cuenta del mismo modo que a sus compañeros hombres, merecen un reconocimiento unánime del cine y de la crítica. No en vano, este ha sido el año en el que dos películas dirigidas por mujeres se han alzado con la Palma de oro de Cannes (Titane) de Julia Docornau y con el León de Oro del Festival de Venecia que fue otorgado a Levenemet de Audrey Diwan.
Cuando las mujeres se visibilizan y avanzan, el patriarcado más reaccionario patalea, intentando frenar un progreso que se les antoja incómodo. En el cine también sufrimos estos ejemplos y hace unas semanas teníamos que leer a un tan veterano como poco respetuoso crítico de cine, mover ficha en este aspecto. El motivo según sus palabras es que se están premiando a mujeres en los festivales por el hecho de ser mujeres, cuando la realidad es que filman “tonterías”. Además -dice- el clima “ideológico” de los festivales actualmente vendidos a lo políticamente correcto, se le hace insoportable hasta el punto de decidir no cubrir más estos eventos.
Al margen de estas salidas de tono de quién está cómodo en la omnipresencia masculina e intenta poner puertas al campo, la realidad es que las mujeres se han ganado cada premio y cada selección en los festivales de cine. Seguramente, como en todos los ámbitos, teniendo que trabajar en mucho mayor grado que sus colegas masculinos y con muchas más dificultades para conseguir financiación para sus proyectos.
Durante 11 días, del 7 al 17 de octubre, el festival en su ya 54 edición nos ha demostrado que el cine fantástico, género típicamente masculino, también está cambiando. Gracias a iniciativas como esta y -sobre todo- a la tenacidad femenina esto empieza a formar parte del pasado.
169 largometrajes, 100 cortometrajes, 7 espacios de proyección, 11 premieres internacionales, 47 mujeres directoras seleccionadas y 4 espacios dedicados a exposiciones. Oferta de pago y 100% gratuita para poder ser accesible a todo tipo de público. Números que explican por qué este festival es conocido como uno de los mejores del mundo (si no el mejor) de su género.
Cada año se elige un leitmotiv que inspira tanto el cartel promocional como exposiciones y proyecciones clásicas. 2021 ha sido una edición dedicada a la clásica figura del Hombre Lobo. En consonancia con esta elección, la exposición que desde algunos años se puede ver a la salida del Hotel Meliá (Auditorio principal) comisariada con excelente criterio por el polifacético creador Borja Crespo se ha llamado Werewolf Comix; en ella, reconocidos creadores como Pedro Vera, Laura Pérez, Sara Bea, Olga de Castro, Magius entre otros, plasman su visión del Hombre Lobo desde su particular trazo comiquero. Cruce de disciplinas artísticas para deleite del público.
Los libros que cada año edita el propio festival han sido La Bestia Interior, con textos de aproximación de diversa naturaleza hacia el mito del licántropo (coordinado por el director del festival Angel Sala y Jordi Sánchez-Navarro) y Tres Piezas para el Asesino, en el que Pacus González Centeno analiza cronológicamente la relación entre la música popular y el cine de género en la segunda mitad del siglo XX. Como novedad.
Este año como nueva iniciativa, también se han dispuesto 5 figuras femeninas en los alrededores del festival, como parte de la iniciativa WomanInFan. Figuras a tamaño natural de una Mujer Loba, Medusa, una bruja con inspiración en una mujer real, etc, creadas por el dibujante Gerard Freixes que desde el año pasado plasma a tiempo real los eventos al estilo de los dibujos judiciales. Puede visitarse su obra en gerardfreixes.weebly.com
El Gran Premio Honorífico se ha repartido entre Mamoru Hosoda por su aportación a la renovación de la animación y que este año ha participado a concurso con Belle (2021) -una película de animación presentada en el pasado festival de Cannes- la actriz Belén Rueda (habitual de los estrenos en Sitges) y Carlos Saura, director, guionista y fotógrafo recordado por su valiente y demoledora alegoría de la España franquista con La Caza (1966) y otros clásicos como Mamá Cumple 100 Años (1979) o Deprisa Deprisa (1981) entre otras.
El jurado oficial ha estado formado por figuras relacionadas con el mundo de la cultura y con relación más o menos directa con el género fantástico. Ali Abbasi director iraní de la singular Border (2018), la estrella del pop Alaska que ya fue reconocida con el Premio Waldemar por su defensa y contribución al cine fantástico, Luna -directora de películas de género como Moscow Zero (2006) entre otras-, Joaquín Reyes conocido actor, cómico y guionista y Antonio Trashorras guionista de El Espinazo del Diablo (2001) y de series como Treinta Monedas (2020). Ellos han sido los encargados de elegir los principales premios en la categoría oficial a concurso.
Entre las películas que han despertado más expectación esta edición cabe reseñar Mona Lisa and the Blood Moon (2021), Dirigida y escrita por Ana Lily Amirpour, una de las voces más personales del cine fantástico desde su ópera prima Una China Vuelve a Casa Sola de Noche (2014). Cabe destacar que esta ha sido la segunda ocasión en la historia en que una película dirigida por una mujer inaugura el festival.
Otra película que había sido acogida con éxito -habiendo sido presentada en los festivales de Sundance y Berlín- es Censor (2021), que trata sobre los llamados Video nasties -películas prohibidas por la estricta censura instaurada en la reprimida Inglaterra de Thatcher-. En ella, su directora Prano Bailey-Bond se interroga sobre los límites estéticos de la violencia.
No han faltado en esta edición las películas que se preocupan de la realidad social e histórica del mundo. Caben destacar en esta edición del festival como brillantes ejemplos de contextualización política Freaks Out (2021) dirigida por el italiano Gabriele Mainetti. En ella, cinco personajes de circo se unen a los partisanos para liberar a su encargado israelí de los nazis que golpean Roma en el año 1943. Es precisamente el realizador israelí Ari Folman -autor del aclamado documental de animación Vals con Bashir (2008) - quien nos presenta un largometraje de animación para relatar -en clave actualizada y con elementos comparativos con la realidad de los refugiados actualidad-, la figura de Anna Frank en Where is Anna Frank (2021) trasladando su legado humanista a nuestro presente.
Entre la producción estatal -que nunca falta en Sitges- Alex de la Iglesia, habitual del festival presentó en premier mundial su Veneciafrenia (2021), localizada en una Venecia donde un grupo terrorista -harto de los turistas y de los grandes cruceros- siembra el terror acosando a unos jóvenes españoles que celebran una despedida de soltera. Una producción muy cuidada y un guion que mantiene la tensión como en sus mejores trabajos. También el aclamado Paco Plaza con guion de Carlos Vermut dirige La Abuela (2021), donde encontramos a dos mujeres que con sus interpretaciones nos adentran en el terror característico de este director conocido por la saga REC y la más actual Verónica (2017).
En cuanto al palmarés, el Premio a la Mejor Película a competición ha sido Lamb ópera prima de Valdimar Johanson ambientada en la Islandia actual, que nos habla de la maternidad y la fuerza imprevisible de la naturaleza. Según palabras del jurado en rueda de prensa, es casi perfecta en muchos aspectos como fotografía, guion, casting.
La Mejor Dirección va para Justin Kurzel por Nitram, con su propuesta basada en la masacre de Port Arthur, perpetrada en Tasmania por un adolescente en 1996, donde murieron 35 personas.
La mención especial del jurado ha sido para la cinta de terror The Innocents de Eskil Vogt, quien ya fuera premiado en este festival por su anterior Thelma (2017). Unos niños con poderes empiezan a usarlos de forma inocente. Imposible no acordarse de Quién Puede Matar a un Niño (1976) de Chicho Ibáñez Serrador al verla.
Silent Night de Camile Griffin se ha alzado con el premio al Mejor Guion, para su película que derrocha humor negro, sobre unos jóvenes encarando el fin de la humanidad celebrando una fiesta.
Las mejor Interpretación Femenina han sido compartida entre Noomi Rapace en (Lamb) y Susanne Jensen (Luzifer) y la Masculina también ex aequo entre Caleb Landry Jones (Nitram) y Franz Rogowski (Luzifer).
En la parte técnica la mejor fotografía ha sido para Limbo (Cheng Siu Keung), los Efectos Especiales para Mad God de Phil Tippet con su particular cinta de stop motion rodada durante 30 años.
Por último, el premio a la Mejor Música ha ido a parar a Daniel Luppi (Mona Lisa and the Blood Moon).
Termina así una edición de un festival que demuestra que no hay nada que pueda con el tesón de su director Angel Sala y todo el equipo que año tras año se deja la piel y la ilusión para que los aficionados volvamos a soñar (o si hay suerte, incluso a tener pesadillas).