Por Jose Luis Pozo Fajarnés
Heavy Metal fue realizada por Gerald Potterton, tras haber sido contratado por el que era su productor Ivan Reitman. Este trabajo consistente en la realización de esta película de animación es el único por la que recordamos a Potterton, salvo si mencionamos algunos otros importantes trabajos de animación, por ejemplo, el que realizó para llevar a imagen la canción de los Beatles, Yellow Submarine y, también, por la dirección de algunos capítulos de la inolvidable serie Barrio Sésamo. Potterton nació en Londres, en 1931, aunque toda su trayectoria profesional la llevó a cabo teniendo su lugar habitual de residencia en Quebec, Canadá.
El año que se estrenó Heavy Metal el director tenía ya cincuenta años, pero supo coordinar, como el mejor, su bien hacer en la animación, en primer lugar, con unas historias que no eran las habituales, unas historias de esas que se denominaban subterráneas (underground), a la vez que eran también erotizantes y poco refinadas y, en segundo lugar, con la música más rompedora del momento, el rock and roll más duro, el heavy metal. Para llevar a cabo esta tarea Potterton coordinó más de mil personalidades, entre artistas y técnicos, de casi todo el mundo. Y el trabajo fue realizado en distintos lugares de Norteamérica (Los Ángeles, Nueva York, Montreal y Ottawa), además de en Londres.
El productor de la película, Ivan Reitman, es nada más ni nada menos que el que tres años después iba a dirigir y a producir la famosísima Cazafantasmas. Reitman consiguió para Heavy Metal que colaborara, además de Gerald Potterton, el importante músico Elmer Berstein (que es quien firma la banda sonora, en la cual se incluyen un gran número de compositores del tipo de música que le da título al filme: Sammy Hagar, Blue Öyster Cult, Cheap Trick, Don Felder, Donald Fagen, Grand Funk Railroad, Black Sabbath, Trust, Stevie Nicks, Nazareth, Journey, Riggs o Devo). Su trabajo es la confección de un puzle realizado a partir de las distintas piezas de rock duro compuestas por los anteriores y que va enhebrando con su experiencia como compositor de bandas sonoras. Para los amantes de este tipo de rock, la música de la película es el mejor elemento, a la que le cortejan, en todo momento dos compañeros inseparables que son la composición trinitaria y mítica del heavy metal: el sexo y las drogas. Sexo, drogas y rock and roll, son protagonistas de los momentos estelares de la película, tanto implícita como explícitamente. En 1981 salió a la venta un LP doble con la música del filme, no salió sin embargo ningún CD hasta muchos años después, ello fue debido a razones de derechos de autor. Y esos mismos problemas llevaron a que se retrasara el vídeo de la película, pues no se editó hasta 1996.
La película consta de seis narraciones que tienen un hilo conductor representado por un ente corpóreo poderosísimo, divino y maligno a la vez, que está representado en las imágenes que vemos en la pantalla con la forma de una “bola verde”, a la que se le denomina como Loc-Nar. Éste “Ser” influye fatalmente en los personajes de las seis historias, los cuales son oriundos de los lugares más insospechados que pueda crear la fantasía. Salvo los de dos de los episodios, que sigue siendo la Tierra. El lugar en el que se desarrolla la primera historia es Nueva York, aunque no la Nueva York que conocemos sino una expresada en el futuro, y de forma distópica. En este primer episodio se mezclan las artes y el estilo de narración tanto del cine negro como del de detectives, y los trazos de los dibujos son de los más interesantes, unos trazos que los entendidos en el tema suelen dar el calificativo de “sucios”, pero que a la vez son muy sugerentes. La segunda historia es la que muestra el mundo creado por Richard Corben en Den. Unas historias que pudimos leer en la revista ilustrada española, que llevaba por título, el mismo de la famosa novela distópica también de George Orwell, 1984. Lo que en el segundo episodio se narra se enmarca en un entorno con reminiscencias medievales, y no tiene nada que ver con lo que vimos en la primera, y tampoco vemos en ella esas sugerentes implicaciones a las que atendíamos en la primera narración. La tercera tiene como protagonistas unos soldados de la Segunda Guerra Mundial, en ella los guionistas consiguen un cierto toque hitchcockiano. La cuarta trata de un amor fabuloso entre un robot y un humano, por lo que comparte la definición del primer personaje mencionado con la posterior Inteligencia Artificial de Spielberg, en esta última Jude Law era también un robot fabricado para el amor. La quinta narración tiene como protagonista a Taarna, una mujer guerrera que quiere destruir la divinidad parmenídea verde que atraviesa todos los episodios.. La última quizá tenga los más conseguidos toques humorísticos. Es la historia del malvado Capitán Sternn, el cual pese a su maldad va a ponerse en la mira de la “bola verde”.
Quizá The Wall de Alan Parker, realizada a partir de la obra musical homónima de los Pink Floyd, ha perdido más frescura, pues la crítica política concreta cae en la obsolescencia tan rápidamente como pueden desaparecen los imperialismos. Y el imperialismo criticado en The Wall cayó hace ya más de veinte años. Sin embargo Heavy Metal trata de un tema religioso, de un dios único. Pero un dios que, pese a ser único, se sitúa en el polo opuesto al del Evangelio. El Ser verde (si la película hubiera sido algo posterior los ecologistas se habrían puesto de uñas) y esférico de la película es un dios malvado, terroríficamente malvado. Desconectamos de la narración de The Wall, pero todavía estamos atentos a la maldad de la divinidad de Heavy Metal, y es que, la religión, como es una constante en la sociedad humana, siempre tiene tirón para dirigir la trama de las historias, las que se leen o las que se ven, da igual. Por eso los fenómenos religiosos son protagonistas de tantas y tantas películas, las cuales se mantienen frescas con el paso de los años. The Wall no consiguió lo que sí consiguió Heavy Metal, convertirse en un filme de culto, en un icono de la animación más contracultural. Mientras que sería un suicidio, económico al menos, preparar un remake de la de Parker, Robert Rodríguez está trabajando en una reposición de la que estamos comentando (también hubo un proyecto para que David Fincher la dirigiera en 2012, pero no tuvo éxito). Aunque, como es lógico, Rodríguez la realizará mediante el uso de las nuevas tecnologías de animación, por lo que será un película seguro que muy diferente. Para los nostálgicos, seguro que resultará un gran fiasco. Pero la recepción que le deparen los nuevos jóvenes será un enigma que desentrañaremos tras su estreno.
Algunos catalogan Heavy Metal como una obra irregular, pero sin embargo el producto es fruto de una irregularidad implícita, la de las historias del cómic homónimo. Tratar de darle unidad fue la labor de los guionistas y lo que consiguieron con su trabajo es lo que Potterton llevó a la pantalla. Lo que no se le puede achacar al responsable del producto final es que no fuera fiel al cómic original, pues no cayó en la tentación tampoco de límalo o de ablandarlo, de cara a un posible mayor éxito de los espectadores de las salas de cine. La película es pues un producto erótico en alto grado, es igualmente sangrienta, tiene en muchos casos unos dibujos desequilibrados, sucios, dijimos antes –aunque no por ello pierden belleza-, pues sus trazos son descuidados, irregulares. Para los amantes de la animación quizá sean estas características lo mejor del filme, como lo era la música para los amantes del rock duro. Desde luego que hoy no resiste la crítica de los amantes de las nuevas tecnologías de animación, pero para todo hay gustos. Veremos que le depara el futuro a este producto original–dado que comporta varias secuelas y reposiciones- de 1981.