Lugar: Sala Sonora, Erandio
Fecha: 8 de Mayo de 2014
Redactor: Txema Garay
Fotógrafo: Juan Rul Fernandez Salabarria
Michael Monroe y sus secuaces comenzaban la gira en tierras vascas, perfectamente motivados como de costumbre. Una golosina irrechazable para todos los amantes del buen rock en directo y en especial de los seguidores que mantiene este genio a lo largo de los años. Aun así, y con la práctica garantía de la tremenda noche que se avecinaba con semejante crack fueron muchos, los que se echaron atrás, bien porque la entrada les parecía cara, era entresemana o directamente la sala no estaba en el mismo centro de Bilbao. Excusas todas ellas aceptables, pero que les impidió gozar de lo que vivimos. A ojo de buen cubero, me atrevería a decir que la gente allí reunida rondaría las ciento veinticinco personas.
Los cabeza de cartel se marcaron una prueba de sonido de las que hacen época, teniendo a la sala pendiente de ellos durante toda la tarde, mientras ensayaban, probaban y dejaban todo a punto para iniciar el tour como mandan los cánones. De hecho cuando se abría la sala, sus teloneros “HIGHLIGHTS” estaban todavía poniendo todo en marcha y empalmaron con su concierto. Con la sala aún medio vacía comenzaron los de Arrigorriaga, envueltos en una calidad de sonido asombrosa para lo que estamos acostumbrados a ver en un telonero. El trabajo de la mesa de sonido fue encomiable toda la noche y quedó patente durante todo el tiempo que actuaron las bandas. Si ya de por si es una sala que goza de buen sonido siempre, el otro día bordó la perfección. Los vizcaínos brindaron un concierto lleno de power rock soberbio, donde se impusieron en todo momento, con una interpretación donde primaba la emoción y calidad por partes iguales.
Tras el brillante aperitivo y la lógica preparación del escenario sonaba la introducción que recibía a la banda del genial finlandés, acompañado por su excelente elenco de músicos Steve Conte (guitarra), Karl Rockfist(batería), Sammi Yaffa (bajista) y su nueva incorporación Rich Jones (guitarra) cubriendo la vacante de Dregen. Una cálida respuesta acogía a unos músicos que salían a comerse el escenario con “Horn and Halos” tema cañero ideal para comenzar con ganas y que da nombre a su último disco, el cual ha recibido magníficas críticas y del que interpretaron un montón de canciones.
El gesticulante Michael Monroe lideró a los suyos sin parar de moverse ni un solo segundo por todo el escenario. Escenario que quizás se quedó hasta un poco pequeño para un pateador incansable como él. Su compañero en “Hanoi Rocks” Sammi Yaffa aportó el ritmo y la solidez de la banda marcando el camino con la elegancia que le caracteriza. Steve Conte estuvo a la altura esperada con un sublime trabajo a las seis cuerdas, demostrando ser parte fundamental del proyecto y mostrando sus cualidades durante todo el bolo. Escondido detrás de todos, Karl Rockfist demostró tener un puño de acero con su tremenda pegada. Rich Jones el otro guitarrista quien fuera hacha de “The Black Halos” quiso dejar pronto allí su impronta y porque Michael Monroe lo había incorporado como miembro de su banda.
El concierto no bajó el nivel ni un segundo y mantuvo la intensidad desde el inicio a la conclusión, acabando por todo lo alto. La primera parte del bolo contuvo una combinación de temas de sus dos primeros discos, “Trick of the wrist”, “78” o “got blood?” no faltaron a la esperada cita para después incorporar algunos temas más antiguos y material de su época con “Demolition23” y por supuesto “Hanoi Rocks”. La energía podría palparse en la sala, pero la parte final del concierto fue simplemente devastadora con trallazos como “Nothing alright”, la coreada entre empujones “Dead, jail or rock ‘n’ roll” y la traca final con la que nos deleitaron formada por “Hammersmith palais” , “Saturday night special” con todo el mundo moviéndose a lo loco y la excelente “Malibu beach ngihtmare”. Quizás se hubiera agradecido alguna versión y algún tema que siempre queda en el ensayo, pero aunque fuera una hora y veinte, a ese nivel, no hay nada que reprocharles, excepto que no vuelvan a tardar tanto en regresar. La cara de satisfacción del personal al abandonar la sala era buen reflejo de lo vivido allí durante esa noche.